Guía de Apocalipsis 22.-

La eternidad y su cumplimiento profético

“1Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones” vs. 1-2.

“…me mostró un río limpio de agua de vida…” vs. 1. El apóstol Juan continúa observando los detalles de la Nueva Jerusalén, una ciudad celestial que como vimos en el capítulo anterior manifiesta una belleza que sobrepasa todo entendimiento. Esta vez observa un río limpio que sale del Trono de Dios. En un sentido espiritual discernimos que expresa la plenitud del Espíritu Santo y la vida eterna, la bendición del Señor y el poder espiritual que El da a través de su Espíritu. Ya nuestro Señor Jesucristo lo mencionó en los días de su ministerio de salvación en la tierra.
En Juan 4:14 dice: “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.
“…y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida…” vs. 2. El apóstol Juan pudo ver también el árbol de la vida, que representa la vida eterna. Discernimos que dará cada mes su fruto en el tiempo del Milenio para sanidad de las naciones.

“3No habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos”
vs. 3-4.

Se confirma plenamente el levantamiento de la maldición para siempre

”…No habrá más maldición…”. Mientras que en el Milenio o reino mesiánico de Mil Años, esta preciosa verdad tendrá un cumplimiento todavía parcial ya que la muerte podrá estar todavía operando en las personas con cuerpo mortal, Ver: Isaías 65:20, una vez concluido el Milenio y luego del Juicio ante el Gran Trono Blanco, el Señor destruirá totalmente al postrer enemigo que es la muerte arrojándolo al Lago de Fuego, ver: Guía de estudio de Apocalipsis 20:14. Luego el Señor establecerá una nueva creación con características totalmente distintas a las que existen actualmente. En esta nueva creación no existirá mar. Para este momento que es el inicio de la eternidad con Dios todos los seres humanos, contarán cuerpos glorificados y eternos.

“5Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. 7¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro” vs. 6-7.

“…Estas palabras son fieles y verdaderas…” vs. 6. Una solemne declaración de aceptar toda la palabra profética sin cuestionarla ni dudar de ella. Todo lo visto en este precioso libro llamado Apocalipsis, como en toda la Biblia, son palabras fieles y verdaderas, y cuyo cumplimiento es inminente. Ver: Mateo 24:35.

“8Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 9Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.
10Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. 11El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía” vs. 8-11.

“…yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas…” vs.8. Al finalizar el libro de Apocalipsis el apóstol Juan una vez más certifica que fue él, el que vio y oyó todas estas cosas.
“…porque yo soy consiervo tuyo…” vs. 9. Al discernir las tremendas revelaciones recibidas por el ángel casi vuelve a cometer el error de adorarlo siendo nuevamente corregido por el ángel.
“…No selles las palabras de la profecía de este libro…” vs. 10. A diferencia de la recomendación dada al profeta Daniel de sellar las palabras de la profecía, Ver: Daniel 12:4, al apóstol Juan se le manda…no sellar las palabras de esta profecía…ya que las mismas son precisamente, para este último tiempo.
”…El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía…” vs. 11. Más adelante se hace conocer que cada uno de nosotros es responsable de la forma como utilicemos el libre albedrío o poder de escogimiento dado por el Señor a cada uno de los seres humanos. Aquellos que obstinadamente permanezcan en sus pecados no podrán conocer la vida eterna. Más aquellos que habiendo conocido al Señor, deberán buscar de El todos los días.
En definitiva la recomendación es a crecer en la gracia hasta su pronta venida. Ver: 2 Pedro 3:18.

“12He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. 13Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.14Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. 15Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” vs. 12-15.

”…He aquí yo vengo pronto…Bienaventurados los que lavan sus ropas…” vs. 12-14. Encontramos el propósito fundamental del libro de Apocalipsis, y es el de anunciar: la segunda venida del Señor Jesucristo de Nazareth. El Señor vendrá con recompensas para aquellos que le fueron fieles y le sirvieron de corazón. El anhelo ardiente de todo cristiano deberá ser entonces poder participar de todas las maravillosas promesas que el Señor tiene preparadas para los que lo aman. Es necesario recordar que tenemos a nuestra disposición la preciosa sangre de nuestro amado Salvador para lavar los pecados. Ver: 1 Juan 1:7 y 9. Sin santidad nadie podrá ver al Señor. Ver: Hebreos 12:14; Mateo 5:8.
“…Mas los perros estarán fuera…” vs. 15. Se menciona la lista de los que no podrán entrar en la Nueva Jerusalén.
• Los perros…
En un sentido espiritual eran llamados así los gentiles o los no judíos. Una vez establecida la iglesia se discierne que se trata de los impíos o incrédulos.
• Los idólatras…
Aquellos que manifiestan su pecado de idolatría de diferentes maneras. Haciendo culto de instituciones humanas, congregaciones o denominaciones cristianas, culto a la personalidad de líderes políticos o religiosos pudiendo incluso ser ministros del evangelio, lugares de trabajo, dinero, bienes, etc.
• La mentira…
Aquellos que hace de la mentira una práctica. La mentira es un pecado que lamentablemente muchas veces se lo pasa por alto. Sin embargo el libro de Apocalipsis en su última parte lo menciona en la lista de los que no podrán entrar en la Nueva Jerusalén.

”16Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. 17Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
vs. 16-17

“…Yo soy la raíz y el linaje de David…” vs. 16. El Señor Jesucristo mismo, confirma haber enviado su ángel para dar testimonio de estas cosas. Asimismo el Señor se identifica como la raíz y el linaje de David. El Señor en el Antiguo Testamento, hizo un pacto con el rey David, su siervo, de que nunca faltaría un descendiente suyo en el trono de Israel. La genealogía del Señor Jesús en la Biblia muestra que fue descendiente del rey David. Ver Mateo 1:1-16. Así también el Señor es la estrella o lucero de la mañana que muy pronto se manifestará.
En 2 Pedro 1:19 dice: “9Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”.
“…Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven…” vs. 17. Desde aquel día de Pentecostés cuando nació la iglesia del Señor Jesucristo las Escrituras nos refieren que el Espíritu Santo siempre estuvo íntimamente ligado a ella, dándole un mismo sentir y guiándola al Señor. Es precisamente en el poder del Espíritu Santo que la Iglesia del Señor Jesucristo será levantada en el Rapto de la Iglesia. Realmente asombroso es ver que aquello extraordinariamente valioso como el agua de vida que salta para vida eterna se ofrezca gratuitamente. El mundo impío que a todo le pone precio, ofrece cosas muy apetecibles a los ojos carnales como la fama, el dinero, el poder etc. pero que tienen carácter temporal y que al final llevan a la destrucción al que es envuelto en sus deleites – Hebreos 11:24-25; 1 Timoteo 6:9-10.
Sin embargo:
Nuestro amado Señor Jesucristo, ofrece vida eterna
para aquel que en El crea, y esto, gratuitamente
¡Maravilloso es nuestro Dios!

“18Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 19Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.20El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. 21La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén” vs. 18-21.

“..Si alguno añadiere a estas cosas…” vs. 18-19. Muy seria advertencia para no añadir ni quitar nada de la palabra profética y de las Escrituras en general – Proverbios 30:6.
“…Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús…” 20-21. La ley vino a través de un siervo llamado Moisés, la gracia vino a través del Señor Jesucristo. Ver: Juan 1:17. Esta bendita gracia que es el favor inmerecido de recibir la salvación gratuitamente, es la que nos permite seguir adelante hasta el encuentro con el Señor Jesucristo en el aire. Nuestro amado Señor Jesucristo, certifica que su pronta Venida es inminente. La respuesta de su iglesia debe ser inmediata:
¡SI! Ven, Señor Jesús. Mientras tanto exclamemos con júbilo a una voz:
¡Maranata… el Señor viene! ¡Amén; Sí, Ven, Señor Jesús!

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