NEHEMIAS

NEHEMIAS

« ¡LO QUE esta iglesia necesita es...!» «No puedo creer lo que hacen nuestros funcionarios del gobierno. ¡Si estuviera en su lugar, yo haría...!» «Nuestras escuelas andan mal. ¡Alguien debería hacer algo!»
Es fácil analizar, escudriñar, y hablar acerca de los problemas del mundo. Abundan los criticones, los quejumbrosos, los que se han nombrado a sí mismos profetas y «capitanes araña». Sin embargo, lo que en realidad necesitamos son personas que no sólo discutan una situación, ¡sino que hagan algo al respecto!
Nehemías vio un problema y se afligió. En vez de quejarse y revolcarse en la autocompasión y en el sufrimiento, actuó. Nehemías sabía que Dios quería que motivara a los judíos para que reconstruyeran los muros de Jerusalén, por lo tanto dejó una posición de responsabilidad en el gobierno persa para hacer lo que Dios quería. Nehemías sabía que Dios utilizaría sus talentos para conseguir que se realizara el trabajo. Desde el momento que llegó a Jerusalén, todos supieron quien era el jefe. Organizó, administró, supervisó, alentó, se enfrentó a la oposición, confrontó la injusticia, y se mantuvo así hasta que se construyeron los muros. Nehemías era un hombre de acción. Al comienzo de la historia, Nehemías estaba hablando con compañeros judíos. Estos le informaban que los muros y las puertas de Jerusalén estaban deteriorados. Eran noticias preocupantes, y la reconstrucción de aquellos muros se convirtió en la carga de Nehemías. En el momento adecuado, Nehemías pidió al rey Artajerjes permiso para ir a Jerusalén a reconstruir esos muros caídos. El rey aceptó. Armado de cartas del rey, Nehemías viajó a Jerusalén. Organizó al pueblo en grupos y le asignó secciones específicas del muro (capítulo 3). Sin embargo, el proyecto de construcción tuvo oposición. Sanbalat, Tobías y otros trataron de detener la obra a través de insultos, ridiculizaciones, amenazas y sabotaje. Algunos de los trabajadores tuvieron miedo, otros se hastiaron. En cada caso, Nehemías empleó una estrategia para frustrar a sus enemigos: oración, aliento, guardas de seguridad, consolidación (capítulo 4). Sin embargo surgió un problema diferente: un problema interno. Los judíos ricos estaban aprovechándose del compromiso solemne de sus trabajadores compatriotas. Al escuchar acerca de su opresión y avaricia, Nehemías confrontó a los extorsionadores (capítulo 5). Cuando casi estaban terminados los muros, Sanbalat, Tobías y compañía trataron de detener por última vez a Nehemías. Sin embargo este se mantuvo firme, y el muro se terminó en sólo cincuenta y dos días. Cuán grandioso monumento al amor y la fidelidad de Dios. Tanto los amigos como los enemigos supieron que Dios había ayudado (capítulo 6). Después de construir los muros, Nehemías continuó organizando al pueblo, realizó un censo y nombró guardias de las puertas, levitas y a otros funcionarios (capítulo 7). Esdras guió a la nación en la alabanza y en la instrucción bíblica (capítulos 8, 9). Esto llevó a una reafirmación de fe y a un avivamiento religioso en donde el pueblo prometió servir con fidelidad a Dios (capítulos 10, 11). Nehemías finaliza con una lista de los clanes y sus líderes, con la dedicación de un nuevo muro en Jerusalén y la purgación del pecado del país (capítulos 12, 13). Cuando lea este libro, observe a Nehemías en acción, y determine ser una persona de la cual Dios puede depender para actuar por Él en el mundo.

ESDRAS

ESDRAS

NOMBRE a los hombres y mujeres verdaderamente grandes de su tiempo. Seguramente le vendrán a la mente celebridades, incluyendo a los políticos, héroes de guerra, figuras del deporte, y quizá a sus padres y a sus amigos especiales. Los recuerda por ciertas acciones o cualidades de carácter. Ahora, nombre algunos héroes bíblicos, figuras grabadas en su vida por medio de innumerables sermones y lecciones bíblicas. Sin duda, esta lista incluye a muchos que sirvieron a Dios con fidelidad y valor. ¿Incluye su lista a Esdras? Lejos de ser muy conocido, este hombre de Dios poco promocionado merece aparecer en cualquier análisis de grandezas.
Esdras fue un sacerdote, un escriba y un gran líder. Su nombre significa «ayuda», y dedicó toda su vida a servir a Dios y al pueblo de Dios. La tradición dice que Esdras escribió la mayor parte de 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías y el Salmo 119, y que encabezó el concilio de ciento veinte hombres que formaron el canon del Antiguo Testamento. Centra la narración del libro de Esdras en torno a Dios y su promesa de que los judíos regresarían a su tierra, como lo prometió por medio de Jeremías (véase la nota de 1.1). Este mensaje fue el corazón de la vida de Esdras. La última mitad del libro nos da una visión personal de Esdras. Su conocimiento de las Escrituras y su sabiduría dada por Dios eran tan obvios para el rey, que lo designó para que liderara la segunda emigración a Jerusalén, para enseñar la Palabra de Dios al pueblo y para administrar la vida nacional (7.14–26). Esdras no sólo conocía la Palabra de Dios, sino que creía en ella y la obedecía. Al informarse del pecado de los israelitas de casarse con mujeres paganas y adorar ídolos, Esdras se humilló delante de Dios y oró por la nación (9.1–15). La desobediencia del pueblo lo tocó profundamente (10.1). Su respuesta ayudó a guiar al pueblo de regreso a Dios. El segundo libro de Crónicas termina cuando Ciro, rey de Persia, pide voluntarios para que regresen a Jerusalén para construir una casa para Dios. Esdras continúa este relato (1.1–3 es casi idéntico a 2 Crónicas 36.22, 23) cuando dos caravanas del pueblo de Dios regresan a Jerusalén. Se unen a Zorobabel, el líder de este primer viaje, aproximadamente 42,360 peregrinos que viajan de regreso a casa (capítulo 2). Después de haber llegado, comienzan a construir el altar y los cimientos del templo (capítulo 3). Pero surge la oposición de los habitantes locales y el proyecto se ve interrumpido temporalmente por una campaña de acusaciones y rumores (capítulo 4). Durante este tiempo, los profetas Hageo y Zacarías alientan al pueblo (capítulo 5). Finalmente, Darío decreta que la obra debe proseguir sin obstáculos (capítulo 6). Después de un intervalo de cincuenta y ocho años, Esdras guía a un grupo de judíos desde Persia. Armado con decretos y la autoridad dada por Artajerjes I, la tarea de Esdras era administrar los asuntos de la tierra (capítulos 7 y 8). Al llegar, Esdras se entera que el pueblo de Dios se ha mezclado con tribus paganas vecinas. Llora y ora por la nación (capítulo 9). El ejemplo que Esdras da al confesar humildemente su pecado, lleva a un avivamiento nacional (capítulo 10). Esdras, un hombre de Dios y un verdadero héroe, fue un modelo para Israel, y ahora es un buen modelo para nosotros.
Lea Esdras, el libro, y recuerde a Esdras, el hombre: un ayudante humilde y obediente. Comprométase a servir a Dios como él lo hizo, con su vida entera

1 Y 2 CRONICAS

1er. Libro de CRONICAS

EN LA ESPACIOSA sombra de un antiquísimo roble, una madre observa a su pequeño hijo recoger bellotas, hojas y flores. Cerca, su madre, tía y tío abren el mantel a cuadro sobre la mesa del parque y lo cubren con recipientes y bandejas de pollo frito, ensalada de papas, frijoles cocidos y otras variadas recetas familiares. El sonido metálico de las herraduras lanzadas por el abuelo y el papá contra la estaca perfora de vez en cuando el aire y se mezcla con las aclamaciones, risas y gritos del juego de fútbol de los adolescentes. Una reunión familiar, una tarde soleada con cuatro generaciones y una mezcla de niños, padres y primos segundos.
Las reuniones familiares son importantes... tocar y vincularse con otras ramas del árbol familiar, rastrear la historia personal de uno, regresar a través del tiempo y la cultura, ver parecidos físicos (los ojos de ella, la nariz de él), recordar tradiciones familiares. El conocer la trayectoria genética y las relaciones de parentesco personales nos proporciona un sentido de identidad, herencia y destino.
Es con ese mismo propósito que el escritor de Crónicas comienza su trabajo unificador con una extensa genealogía. Sigue las raíces de la nación en una reunión familiar literaria, comenzando con Adán hace un recuento de su línea real y del plan amoroso de un Dios personal. Al leer el primer libro de Crónicas obtenemos una visión de Dios que trabaja por medio de su pueblo a lo largo de muchas generaciones. Si usted es un creyente, estas personas son también sus antepasados. Cuando se acerque a esta parte de la Palabra de Dios, lea los nombres con admiración y respeto, y obtenga una nueva seguridad e identidad en su relación con Dios.
El libro previo, 2 Reyes, termina cuando Israel y Judá están en cautiverio, una época oscura para el pueblo de Dios. Sigue Crónicas (primero y segundo de Crónicas eran originalmente un solo libro), que escrito después del cautiverio resume la historia de Israel y hace énfasis en la herencia espiritual del pueblo judío en un intento por unir a la nación. El cronista es selectivo al relatar su historia. En vez de escribir un trabajo exhaustivo, entrelaza cuidadosamente la narrativa, subrayando las lecciones espirituales y enseñando las verdades morales. En Crónicas el reino del norte se ignora virtualmente, los triunfos de David —no sus pecados— son recordados y se le da una gran importancia al templo como centro vital de la vida nacional.
El primer libro de Crónicas comienza con Adán y, durante nueve capítulos, el escritor nos da un «quién es quien» de la historia de Israel haciendo un énfasis especial en la línea real de David. El resto del libro nos relata la historia de David — el gran hombre de Dios, rey de Israel— que sirvió a Dios y estableció los planes para la construcción del templo y la adoración en el mismo.
El primer libro de Crónicas es un valioso suplemento de 2 Samuel y un fuerte recordatorio de la necesidad de conocer nuestras raíces, para así redescubrir nuestros fundamentos. Cuando lea 1 de Crónicas, trace su propia herencia divina, agradezca a Dios por sus antepasados espirituales y vuelva a comprometerse a transmitir la verdad de Dios a la siguiente generación.


2do. libro de CRONICAS

APARECE la diapositiva, y nuestros ojos se enfocan en la imagen proyectada en la pantalla dentro del oscuro santuario. «Este ídolo», explica el misionero, «está hecho de piedra y es adorado diariamente. Los nativos creen que esto garantizará buenas cosechas y niños sanos». Con sonrisas condescendientes, pensamos en la ignorancia de ellos. ¿Cómo puede alguien adorar un objeto? ¡Los ídolos son para los ingenuos y supersticiosos! Después de la presentación regresamos a casa, a nuestros ídolos de riqueza, prestigio o realización personal. Si colocamos cualquier cosa en el lugar de Dios, la estamos adorando, a pesar de que nuestros labios profesen lo contrario.
Nuestra experiencia se parece a la de Israel. Fue elegido por Dios para representarlo en la tierra. Pero con demasiada frecuencia olvidó la verdad y su llamado, tropezando ciegamente detrás de los ídolos como lo hacían sus naciones vecinas. Entonces los profetas, sacerdotes y el juicio lo empujaría abruptamente para que regresara a Dios, al único Dios verdadero. El segundo libro de Crónicas relata esta sórdida historia de los reyes idólatras y corruptos de Judá. Aquí y allá surge un rey bueno en Judá, y por un tiempo hay un avivamiento, pero la espiral hacia abajo continúa, terminando en caos, destrucción y cautiverio.
El cronista escribe este volumen para llevar a la nación de regreso a Dios al recordarle su pasado. ¡Sólo al seguir a Dios prosperarán! Cuando lea 2 Crónicas podrá tener una visión breve de la historia de Judá (la historia de Israel, el reino del norte, se ignora virtualmente), y verá los trágicos resultados de la idolatría. Aprenda las lecciones del pasado: determínese a deshacerse de cualquier ídolo que haya en su vida y únicamente a adorar a Dios.
El segundo libro de Crónicas continúa con la historia iniciada en 1 Crónicas. El hijo de David, Salomón, toma posesión como rey. Salomón construye el grandioso templo en Jerusalén, y así cumple el deseo de su padre y su última petición (capítulos 2–5). Salomón disfruta paz en su reino y prosperidad por cuarenta años, que lo hacen famoso a nivel mundial. Después de la muerte de Salomón, su hijo Roboam asume el trono y por su inmadurez divide el reino.
En Judá, hay algunos reyes buenos y muchos reyes malvados. El escritor de Crónicas registra fielmente sus logros y sus fracasos, tomando nota de cómo cada rey se eleva a la altura de los principios de Dios para tener éxito. Es claro que un buen rey obedece las leyes de Dios, elimina los lugares de idolatría y no hace alianzas con otras naciones. Entre los reyes buenos de Judá están Asa, Josafat, Uzías (Asarías), Ezequías y Josías. De entre los muchos reyes malvados que tuvo, Acaz y Manasés fueron quizá los peores. A la larga la nación es conquistada y llevada cautiva, y el templo es destruido.
El propósito del escritor era reunir a la nación, después del cautiverio, alrededor de la verdadera adoración a Dios. En estas páginas, él le recuerda a la gente su pasado. Transmite con claridad el mensaje a través de uno de los versículos de las Escrituras más conocidos: «Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra» (7.14). Cuando lea 2 Crónicas, escuche la voz de Dios y obedézcale, y reciba su toque redentor y sanador.

1 Y 2 REYES

1er. Libro de REYES

« ¡NO ME IMPORTA lo que diga la gente, voy a hacerlo!» le grita a su madre mientras sale de la casa como un torbellino.
Esta es una escena familiar de nuestra sociedad. Las palabras cambian, pero el mensaje esencial es el mismo... la persona no está dispuesta a escuchar el consejo debido a que su mente no lo está. Pueden buscarse algunos consejos, pero sólo se les presta atención si refuerzan la decisión que ya se ha tomado antes o si es un camino más fácil. El rechazar la ayuda y el hacer las cosas a nuestro modo es propio de la naturaleza humana.
Un enfoque mucho más sabio es buscar, escuchar y prestar atención a los buenos consejos. Salomón, el hombre más sabio del mundo, nos invita a hacer esto en Proverbios (véanse 11.14; 15.22; 24.6). ¡Qué ironía! su hijo y sucesor Roboam, hace todo lo contrario: escucha los consejos necios que resultan en consecuencias devastadoras. Cuando Roboam tomó posesión de su cargo, el pueblo le pidió que fuera un gobernante generoso y bueno. Los ancianos le aconsejaron: «Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre» (12.7). Pero Roboam estuvo de acuerdo con las palabras crueles de sus amigos que lo incitaron a ser duro. Como consecuencia de ello, Roboam divide el reino. Aprenda del error de Roboam. Comprométase a buscar y seguir los consejos sabios.
Los principales sucesos en 1 Reyes son la muerte de David, el reinado de Salomón, la división del reino, y el ministerio de Elías. Cuando Salomón sube al trono, David lo exhorta a obedecer las leyes de Dios y a andar «en sus caminos» (2.3). Esto mismo hizo Salomón: cuando se le dio la oportunidad de escoger regalos provenientes de Dios, humildemente pidió discernimiento (3.9). Por tal motivo, el reinado de Salomón comienza con gran éxito, incluyendo la construcción del templo, su más grande logro. Desafortunadamente, Salomón tuvo muchas esposas y concubinas paganas que a la larga hicieron que su corazón se apartara del Señor y se acercara a sus dioses falsos (11.1–4).
Roboam sucede a Salomón y tiene la oportunidad de ser un rey justo, compasivo y sabio. Pero por el contrario, acepta el mal consejo de sus amigos jóvenes y trata de reinar con mano de hierro. Pero el pueblo se rebela, y el reino se divide en diez tribus al norte (Israel), gobernadas por Jeroboam, y sólo Judá y Benjamín permanecen con Roboam. Ambos reinos forjan una senda de reyes corruptos e idólatras en que sólo la voz clara de los profetas continuamente advierten a la nación que deben regresar a Dios.
Elías es con seguridad uno de los más grandes profetas que han existido, y los capítulos 17 al 22 ilustran su conflicto con los malvados Acab y Jezabel en Israel. En uno de los más dramáticos enfrentamientos en la historia, Elías derrota a los profetas de Baal en el Monte Carmelo. A pesar de una oposición increíble, Elías se pone de parte de Dios y prueba que uno más Dios es mayoría. Si Dios está de parte nuestra, nadie podrá estar en contra nuestra (Romanos 8.31).

2do libro de REYES

EL RÍO velozmente cae al mar en cascadas, resplandeciendo conforme choca contra las grandes piedras a lo largo de sus riberas. La corriente arrebata, empuja y arrastra hojas y troncos, llevándolos consigo en su recorrido. Acá y allá se ven deportistas en kayaks o canoas, llevados por la corriente. La gravedad arrastra el agua y esta arrastra lo demás... hacia abajo. De repente, un misil plateado rompe la superficie y se lanza río arriba, y luego otro. Sin pensar en la turbulenta oposición, los brillantes salmones nadan contra la corriente. Deben ir río arriba, y nada los detendrá para alcanzar su destino.
La corriente del río de la sociedad está fluyendo rápida y furiosamente, arrastrando hacia abajo todo a su paso. Sería fácil dejarse llevar por la corriente. Pero Dios nos pide que nademos en contra de ella. No será fácil, y quizá estemos solos, pero será lo correcto.
En el segundo libro de Reyes continuamos leyendo acerca de gobernadores malvados, idolatría difundida y populacho complaciente, que ciertamente arrastran hacia abajo. A pesar de la presión a dejarse llevar por la corriente, apartarse del Señor y servir sólo a uno mismo, una minoría de gente escogida se movía en la dirección opuesta, hacia Dios. Los profetas de Bet-el y otros lugares, así como dos reyes buenos hablaron la Palabra de Dios y tomaron partido por Él. A medida que usted lee 2 Reyes observe a estos individuos valientes. Adquiera la fortaleza de Elías y Eliseo y el compromiso de Ezequías y Josías, ¡y determine ser uno que nada en contra de la corriente!
El segundo libro de Reyes continúa la historia de Israel, a mitad de camino entre la muerte de David y la muerte de la nación. Israel había sido dividido (1 Reyes 12), y ambos reinos habían comenzado a deslizarse hacia la idolatría y la corrupción para terminar en la caída y el cautiverio. El segundo libro de Reyes relata las sórdidas historias de los doce reyes del reino del norte (llamado Israel) y los dieciséis reyes del reino del sur (llamado Judá). Durante ciento treinta años, Israel resistió la sucesión de gobernantes malvados hasta que fueron conquistados por Salmanasar de Asiria y llevados en cautiverio en 722 a.C. (17.6). De todos los reyes, tanto en el norte como en el sur, sólo a dos –Ezequías y Josías– se les llamó «buenos». Debido a su obediencia a Dios y al avivamiento espiritual que hubo durante sus reinados, Judá quedó en pie durante ciento treinta y seis años adicionales hasta caer ante Nabucodonosor y los babilonios en 586 a.C.
A lo largo de este período oscuro, la Biblia menciona treinta profetas que proclamaron el mensaje de Dios al pueblo y a sus líderes. Los más notables de estos valientes hombres de Dios son Elías y Eliseo. Conforme Elías se acercaba al final de su ministerio terrenal, Eliseo pidió una doble porción del espíritu de su amado mentor (2.9). Muy poco tiempo después, Elías es llevado a los cielos en un torbellino (2.11), y Eliseo llega a ser el vocero de Dios para el reino del norte. La vida de Eliseo está llena de señales, proclamaciones, advertencias y milagros. Cuatro de los más memorables son los siguientes, el aceite que fluía (4.1–7), la curación del hijo de la sunamita (4.8–37), la curación de la lepra de Naamán (5.1–27), y el hacha que flotó (6.1–7).
Aun en medio de las terribles situaciones, Dios tendrá su minoría fiel, su remanente (19.31). Él desea hombres y mujeres valientes que proclamen su verdad.

1 Y 2 SAMUEL

1er. Libro de SAMUEL

«CORREDORES a sus marcas», grita el encargado de dar la orden de partida y la multitud vuelca su silenciosa atención en los atletas que caminan hacia la línea. «Listos»... ahora en posición, músculos tensos, esperando nerviosamente al sonido de la pistola. ¡Resuena! Y se inicia la carrera. En cualquier certamen, el comienzo es importante, pero el final lo es aún más. A menudo el corredor que va al frente perderá fuerza y se quedará rezagado. Y ahí tenemos la tragedia del abridor brillante que mantiene el paso por un tiempo, pero que ni siquiera llega al final. Renuncia a la carrera, destruido, exhausto o herido.
Primero de Samuel es un libro de grandes comienzos... y finales trágicos. Comienza con el sumo sacerdocio de Elí durante el tiempo de los jueces. Como líder religioso, Elí sin duda debió haber comenzado su vida en estrecha relación con Dios. En su diálogo con Ana y en la preparación de su hijo Samuel, Elí demostró un claro entendimiento de los propósitos y el llamamiento de Dios (capítulos 1, 3). Pero su vida terminó en la ignominia cuando Dios juzgó a sus sacrílegos hijos y el arca sagrada del pacto cayó en manos enemigas (capítulo 4). La muerte de Elí marcó la decadencia de la influencia del sacerdocio y el surgimiento de los profetas en Israel.
Ana dedicó a su hijo Samuel al servicio de Dios. Llegó a ser uno de los más grandes profetas de Israel. Era un hombre de oración que terminó la obra de los jueces, comenzó la escuela de los profetas y ungió a los primeros reyes de Israel. Pero incluso Samuel no era inmune a terminar mal. Como la familia de Elí, los hijos de Samuel se apartaron de Dios; aceptaban sobornos y pervertían la justicia. El pueblo rechazó el liderazgo de los jueces y sacerdotes y clamaron por un rey «como tienen todas las naciones» (8.5).
Saúl también tuvo una buena arrancada. De porte impresionante, este hombre guapo (9.2) y humilde (9.21; 10.22) fue el elegido de Dios para que fuera el primer rey de Israel (10.24). El comienzo de su reinado estuvo marcado por liderazgo (capítulo 11) y valentía (14.46–48). Pero desobedeció a Dios (capítulo 15), se volvió celoso y paranoico (capítulos 18, 19) y finalmente Dios le quitó su reino (capítulo 16). La vida de Saúl continuó en marcada decadencia. Obsesionado con matar a David (capítulo 20–30), consultó a una médium (capítulo 28) y por último se suicidó (capítulo 31).
En medio de los sucesos de la vida de Saúl, aparece otro gran corredor: David. Un hombre que seguía a Dios (13.14; 16.7), David ministró a Saúl (capítulo 16), mató a Goliat (capítulo 17) y se convirtió en un gran guerrero. Sin embargo, debemos esperar hasta el libro de 2 Samuel para ver cómo terminó su carrera.
A medida que lea el primer libro de Samuel, observe la transición de la teocracia a la monarquía, regocíjese con las historias inmortales de David y Goliat, David y Jonatán, David y Abigail, y observe el surgimiento de la influencia de los profetas. Pero en medio de la lectura de todas estas historias y aventuras, propóngase correr su carrera de principio a fin como una persona de Dios.



2do. libro de SAMUEL

LA NIÑA entra al cuarto con un vestido largo y de muchos vuelos que se arrastra bastante por detrás de sus zapatos de tacones altos. El sombrero de ala ancha descansa precariamente sobre su cabeza, un poco inclinado hacia la derecha, y el largo collar se balancea como un péndulo mientras camina. Siguiéndola de cerca está el «hombre». Sus uñas apenas se asoman por las mangas del saco, que ya han sido arremangadas unos quince centímetros. Arrastrando sus pies en botas que duplican su tamaño, da pasos inseguros que contrastan con su sonrisa confiada. Niños
jugando, disfrazándose. Ellos copian a mamá y papá, a quienes han visto vestir y caminar. Modelos... todos los tenemos... gente a la que imitamos, personas que son nuestros ideales. Tal vez, de manera inconsciente copiamos sus acciones y adoptamos sus ideas.
Entre todos los modelos bíblicos de personas mencionadas en la Biblia, probablemente no hay nadie que se destaque más que el rey David. Nacido entre Abraham y Jesús, llega a ser el líder de Dios para todo Israel y el antecesor del Mesías. David es un varón conforme al corazón de Dios (1 Samuel 13.14). ¿Cuáles eran las cualidades personales que poseía David que agradaron a Dios?
El segundo libro de Samuel nos narra la historia de David. En la medida que lea, usted se llenará de entusiasmo cuando es coronado rey de Judá, y más tarde rey sobre todo Israel (5.1–5). Adorará a Dios cuando traiga el arca del pacto de regreso al tabernáculo (6.1–23) y se regocijará cuando guíe sus ejércitos a la victoria sobre todos sus enemigos, y complete así la conquista de la tierra prometida comenzada por Josué (8–10). David fue un hombre que realizó grandes obras.
Pero David era humano, y tuvo momentos oscuros cuando tropezó, y cayó en el pecado. El registro de lujuria, adulterio y asesinato no es fácil de leer (11–13), y nos revela que hasta los grandes personajes que trataron de seguir a Dios son susceptibles a la tentación y al pecado.
La santidad no garantiza una vida fácil y despreocupada. David tuvo problemas familiares, su propio hijo incitó a la nación entera a la rebelión, y se coronó a sí mismo rey (14.1–18.33). Además la grandeza puede traer consigo la soberbia, como lo vemos en el pecado de David cuando mandó realizar un censo para poder vanagloriarse del poder de su nación (24.1–25). Pero la historia de este héroe caído no termina en tragedia. Por medio del arrepentimiento, fueron restauradas su relación y paz con Dios, pero tuvo que enfrentarse a las consecuencias de los pecados que cometió (12–20). Estas consecuencias se quedaron con él durante el resto de su vida como recordatorio de sus actos pecaminosos, y de su necesidad de Dios.
Cuando lea 2 Samuel, busque las características divinas de David: su fidelidad, paciencia, valor, generosidad, compromiso, honestidad, así como otras características que honran a Dios como la sincera humildad y el arrepentimiento. Podemos aprender grandes lecciones a través de sus pecados y de su arrepentimiento. Usted, como David, puede llegar a ser una persona conforme al mismo corazón de Dios.

1 Y 2 SAMUEL

1er. Libro de SAMUEL

«CORREDORES a sus marcas», grita el encargado de dar la orden de partida y la multitud vuelca su silenciosa atención en los atletas que caminan hacia la línea. «Listos»... ahora en posición, músculos tensos, esperando nerviosamente al sonido de la pistola. ¡Resuena! Y se inicia la carrera. En cualquier certamen, el comienzo es importante, pero el final lo es aún más. A menudo el corredor que va al frente perderá fuerza y se quedará rezagado. Y ahí tenemos la tragedia del abridor brillante que mantiene el paso por un tiempo, pero que ni siquiera llega al final. Renuncia a la carrera, destruido, exhausto o herido.
Primero de Samuel es un libro de grandes comienzos... y finales trágicos. Comienza con el sumo sacerdocio de Elí durante el tiempo de los jueces. Como líder religioso, Elí sin duda debió haber comenzado su vida en estrecha relación con Dios. En su diálogo con Ana y en la preparación de su hijo Samuel, Elí demostró un claro entendimiento de los propósitos y el llamamiento de Dios (capítulos 1, 3). Pero su vida terminó en la ignominia cuando Dios juzgó a sus sacrílegos hijos y el arca sagrada del pacto cayó en manos enemigas (capítulo 4). La muerte de Elí marcó la decadencia de la influencia del sacerdocio y el surgimiento de los profetas en Israel.
Ana dedicó a su hijo Samuel al servicio de Dios. Llegó a ser uno de los más grandes profetas de Israel. Era un hombre de oración que terminó la obra de los jueces, comenzó la escuela de los profetas y ungió a los primeros reyes de Israel. Pero incluso Samuel no era inmune a terminar mal. Como la familia de Elí, los hijos de Samuel se apartaron de Dios; aceptaban sobornos y pervertían la justicia. El pueblo rechazó el liderazgo de los jueces y sacerdotes y clamaron por un rey «como tienen todas las naciones» (8.5).
Saúl también tuvo una buena arrancada. De porte impresionante, este hombre guapo (9.2) y humilde (9.21; 10.22) fue el elegido de Dios para que fuera el primer rey de Israel (10.24). El comienzo de su reinado estuvo marcado por liderazgo (capítulo 11) y valentía (14.46–48). Pero desobedeció a Dios (capítulo 15), se volvió celoso y paranoico (capítulos 18, 19) y finalmente Dios le quitó su reino (capítulo 16). La vida de Saúl continuó en marcada decadencia. Obsesionado con matar a David (capítulo 20–30), consultó a una médium (capítulo 28) y por último se suicidó (capítulo 31).
En medio de los sucesos de la vida de Saúl, aparece otro gran corredor: David. Un hombre que seguía a Dios (13.14; 16.7), David ministró a Saúl (capítulo 16), mató a Goliat (capítulo 17) y se convirtió en un gran guerrero. Sin embargo, debemos esperar hasta el libro de 2 Samuel para ver cómo terminó su carrera.
A medida que lea el primer libro de Samuel, observe la transición de la teocracia a la monarquía, regocíjese con las historias inmortales de David y Goliat, David y Jonatán, David y Abigail, y observe el surgimiento de la influencia de los profetas. Pero en medio de la lectura de todas estas historias y aventuras, propóngase correr su carrera de principio a fin como una persona de Dios.



2do. libro de SAMUEL

LA NIÑA entra al cuarto con un vestido largo y de muchos vuelos que se arrastra bastante por detrás de sus zapatos de tacones altos. El sombrero de ala ancha descansa precariamente sobre su cabeza, un poco inclinado hacia la derecha, y el largo collar se balancea como un péndulo mientras camina. Siguiéndola de cerca está el «hombre». Sus uñas apenas se asoman por las mangas del saco, que ya han sido arremangadas unos quince centímetros. Arrastrando sus pies en botas que duplican su tamaño, da pasos inseguros que contrastan con su sonrisa confiada. Niños
jugando, disfrazándose. Ellos copian a mamá y papá, a quienes han visto vestir y caminar. Modelos... todos los tenemos... gente a la que imitamos, personas que son nuestros ideales. Tal vez, de manera inconsciente copiamos sus acciones y adoptamos sus ideas.
Entre todos los modelos bíblicos de personas mencionadas en la Biblia, probablemente no hay nadie que se destaque más que el rey David. Nacido entre Abraham y Jesús, llega a ser el líder de Dios para todo Israel y el antecesor del Mesías. David es un varón conforme al corazón de Dios (1 Samuel 13.14). ¿Cuáles eran las cualidades personales que poseía David que agradaron a Dios?
El segundo libro de Samuel nos narra la historia de David. En la medida que lea, usted se llenará de entusiasmo cuando es coronado rey de Judá, y más tarde rey sobre todo Israel (5.1–5). Adorará a Dios cuando traiga el arca del pacto de regreso al tabernáculo (6.1–23) y se regocijará cuando guíe sus ejércitos a la victoria sobre todos sus enemigos, y complete así la conquista de la tierra prometida comenzada por Josué (8–10). David fue un hombre que realizó grandes obras.
Pero David era humano, y tuvo momentos oscuros cuando tropezó, y cayó en el pecado. El registro de lujuria, adulterio y asesinato no es fácil de leer (11–13), y nos revela que hasta los grandes personajes que trataron de seguir a Dios son susceptibles a la tentación y al pecado.
La santidad no garantiza una vida fácil y despreocupada. David tuvo problemas familiares, su propio hijo incitó a la nación entera a la rebelión, y se coronó a sí mismo rey (14.1–18.33). Además la grandeza puede traer consigo la soberbia, como lo vemos en el pecado de David cuando mandó realizar un censo para poder vanagloriarse del poder de su nación (24.1–25). Pero la historia de este héroe caído no termina en tragedia. Por medio del arrepentimiento, fueron restauradas su relación y paz con Dios, pero tuvo que enfrentarse a las consecuencias de los pecados que cometió (12–20). Estas consecuencias se quedaron con él durante el resto de su vida como recordatorio de sus actos pecaminosos, y de su necesidad de Dios.
Cuando lea 2 Samuel, busque las características divinas de David: su fidelidad, paciencia, valor, generosidad, compromiso, honestidad, así como otras características que honran a Dios como la sincera humildad y el arrepentimiento. Podemos aprender grandes lecciones a través de sus pecados y de su arrepentimiento. Usted, como David, puede llegar a ser una persona conforme al mismo corazón de Dios.

RUT- BREVE COMENTARIO

RUT

CUANDO alguien dice: «Déjame que te cuente de mi suegra», esperamos alguna declaración negativa o una anécdota humorística, porque el caricaturizar a la suegra casi siempre ha sido como objeto de burlas o chistes. El libro de Rut, sin embargo, cuenta una historia diferente. Rut amaba a su suegra, Noemí. Después que enviudó, pidió a Noemí seguirla a dondequiera que fuera, aunque eso significara abandonar su tierra. Con palabras que brotan del corazón, Rut dijo: «Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios» (1.16). Noemí estuvo de acuerdo y Rut viajó con ella a Belén.
No se dice mucho acerca de Noemí excepto que amaba a Rut y velaba por ella. Es obvio que la vida de Noemí testificaba con poder acerca de la realidad de Dios. A Rut le atrajo ella y el Dios que adoraba. En los meses y años subsiguientes, Dios guió a esta joven viuda moabita a un hombre llamado Booz, con el que finalmente se casó. Como resultado, llegó a ser la bisabuela de David y ancestro del linaje del Mesías. ¡Qué profundo impacto tuvo la vida de Noemí!

El libro de Rut es además la historia de la gracia de Dios en medio de circunstancias difíciles. La historia se desarrolla durante la época de los jueces, un tiempo marcado por la desobediencia, la idolatría y la violencia. Aun en tiempo de crisis y de profunda desesperación, hay quienes siguen a Dios y mediante ellos trabaja. No importa cuán desalentador y antagónico parezca el mundo, siempre hay gente que sigue a Dios. Y para lograr sus propósitos, Él usará a cualquiera que esté listo. Rut era una moabita y Booz era descendiente de Rahab, una prostituta de Jericó. Sin embargo, su descendencia continuó la línea familiar a través de la cual vino el Mesías al mundo.
Lea este libro y anímese. Dios está trabajando en el mundo y Él quiere usarlo. Dios puede usarlo de la misma forma que usó a Noemí para llevar su familia o sus amigos a Él. ¡Recuerde! Dios tiene un propósito con usted. ¡Búsquelo! – Santiago 4:8.

JUECES- BREVE COMENTARIO

JUECES

EN ESTOS DÍAS es difícil encontrar verdaderos héroes. Modernas investigaciones y los medios de comunicación han hecho notorias las manías y las debilidades de nuestros líderes; buscamos en vano a hombres y mujeres a los cuales imitar. Las industrias de la música, del cine y de los deportes producen un determinado desfile de «estrellas» quienes se disparan hasta la cima y luego rápidamente se desvanecen.
Jueces es un libro sobre héroes: doce hombres y mujeres que liberaron a Israel de sus opresores. Estos jueces no eran perfectos; es más, hubo entre ellos un asesino, un hombre sexualmente promiscuo, y una persona que quebrantó todas las leyes de la hospitalidad. Pero estaban sujetos a Dios y Él los utilizó.
Jueces es además un libro acerca del pecado y de sus consecuencias. Como una pequeña cortada o un rasguño se infecta si no se le trata, el pecado crece y pronto envenena todo el cuerpo. El libro de Josué termina con la nación asumiendo una posición ante Dios, lista para experimentar todas las bendiciones de la tierra prometida. Sin embargo, después de establecerse en Canaán, los israelitas perdieron su compromiso espiritual y su motivación. Cuando murieron Josué y los ancianos, la nación experimentó un vacío de liderazgo, dejándolos sin un fuerte gobierno central. En lugar de disfrutar la libertad y la prosperidad en la tierra prometida, Israel entró en la era oscura de su historia. Para decirlo de una manera simple, la razón de esta rápida decadencia fue el pecado: individual y colectivo. El primer paso de alejamiento de Dios fue la obediencia incompleta (1.11–2.5); los israelitas se negaron a eliminar completamente de la tierra al enemigo. Esto los llevó a contraer matrimonios mixtos y a la idolatría (2.6–3.7), y cada uno hacía «lo que bien le parecía» (17.6). Dentro de poco los israelitas estuvieron cautivos. En la desesperación, imploraron a Dios para que los rescatara. Cumpliendo su promesa y gracias a su gran amor, Dios levantaría un juez que liberaría a su pueblo y, por un tiempo, habría paz. Luego la autocomplacencia y la desobediencia se establecerían de nuevo, y el círculo vicioso volvería a comenzar.
El libro de Jueces abarca un período de más de 325 años, registrando seis períodos sucesivos de opresión y liberación, y las carreras de doce libertadores. Sus captores incluían a los pueblos de Mesopotamia, los moabitas, los filisteos, cananeos, madianitas y amonitas. Una variedad de libertadores, desde Otoniel hasta Sansón, fueron utilizados por Dios para guiar a su pueblo hacia la libertad y la verdadera adoración. La liberación de Dios por medio de los jueces es una demostración poderosa de su amor y misericordia hacia su pueblo.
Mientras lee el libro de los Jueces, observe bien a estos héroes de la historia judía. Tome nota de su dependencia de Dios y la obediencia a sus mandamientos. Observe la repetida caída en espiral de Israel en el pecado, rehusando aprender de la historia y viviendo solo por el momento. Pero más que todo, admire la misericordia de Dios cuando libera a su pueblo una y otra vez.

JOSUÉ- BREVE COMENTARIO

JOSUÉ

¿RECUERDA ese juego de la infancia llamado «sigue al líder»? La idea era copiar las payasadas de la persona al frente de uno en la línea de niños que iban dando vueltas por el vecindario. Ser uno de los «seguidores» era bueno, pero ser el «líder» era lo más divertido, ya que a este le tocaba crear mímicas y marchas imaginativas para que los demás lo imitaran. En la vida real, los grandes líderes son una rareza. Muchas veces hay personas elegidas o señaladas para ocupar posiciones de liderazgo, pero después titubean o dejan de actuar con decisión. Otros abusan de su poder para satisfacer el ego, aplastando a sus súbditos y despilfarrando recursos. Pero sin líderes fieles, éticos y eficaces, la gente vaga. Israel viajó cuarenta años por rutas sinuosas en el desierto, pero no porque seguían al líder. Todo lo contrario. Con una fe decadente, se negaron a obedecer a Dios y conquistar a Canaán. Por eso vagaban. Finalmente, la nueva generación estaba lista para cruzar el Jordán y poseer la tierra. A Josué, quien se distinguía como hombre de fe y valor (él y Caleb fueron los dos espías que presentaron un informe positivo, según se narra en Números 13.30–14.9), lo escogieron como sucesor de Moisés. Este libro relata el final de la marcha del pueblo de Dios y su conquista de la tierra prometida bajo el liderazgo de Josué. Josué fue un brillante líder militar con una gran influencia espiritual. Sin embargo, la clave de sus triunfos era su sumisión a Dios. Cuando Dios hablaba, Josué escuchaba y obedecía. La obediencia de Josué sirvió de modelo a Israel. Por lo tanto, el pueblo fue fiel a Dios durante la vida de Josué. El libro de Josué se divide en dos partes principales. La primera narra los hechos relacionados con la conquista de Canaán. Después de cruzar el Jordán en seco, los israelitas acamparon cerca de la gran ciudad de Jericó. Dios mandó al pueblo que la conquistaran mediante trece marchas alrededor de la ciudad, al cabo de las cuales tocarían las bocinas y gritarían. Debido a que siguieron esta singular estrategia de Dios, ganaron (capítulo 6). Después de la destrucción de Jericó, comenzaron a atacar al pequeño pueblo de Hai. Su primer ataque fracasó debido al pecado de uno de los israelitas (Acán; capítulo 7). Después que los hombres de Israel apedrearon a Acán y a su familia, quitando el pecado de en medio de la comunidad, los israelitas conquistaron a Hai (capítulo 8). En la siguiente batalla contra los amorreos, Dios hizo que aun el sol se detuviera para ayudar a los israelitas en su victoria (capítulo 10). Finalmente, después de derrotar a otros grupos de cananeos dirigidos por Jabín y sus aliados (capítulo 11), poseyeron la mayor parte de la tierra. La segunda parte del libro de Josué narra la distribución y el establecimiento del pueblo en el territorio conquistado (capítulos 13–22). El libro concluye con el discurso final de Josué y su muerte (capítulos 23, 24). Josué se comprometió a una obediencia total a Dios y este libro habla de la obediencia. Sea que conquistaran enemigos o poblaran la tierra, el pueblo de Dios tenía que hacerlo como Dios mandaba. En su mensaje final al pueblo, Josué enfatizó la importancia de la obediencia a Dios. «Guardad, pues, con diligencia, vuestras almas, para que améis a Jehová vuestro Dios» (23.11), y «escogeos hoy a quién sirváis[...] pero yo y mi casa serviremos a Jehová» (24.15). Lea el libro de Josué y hágase hoy un nuevo propósito de obedecer a Dios. Decida seguirlo a dondequiera que le lleve y a cualquier costo.

Deuteronomio- Breve Comentario

DEUTERONOMIO

LAS REUNIONES de ex alumnos, los álbumes de recortes y de fotografías, las canciones familiares y las viejas vecindades son como amigos de muchos años que despiertan nuestros recuerdos y avivan nuestras emociones. El pasado es un calidoscopio de promesas, fracasos, victorias y situaciones embarazosas. A veces quisiéramos olvidar recuerdos que son demasiado dolorosos. Sin embargo, conforme los años pasan, los recuerdos de sucesos desagradables por lo general se desvanecen en nuestro subconsciente. Pero hay momentos que debemos recordar: los errores no deben repetirse; los compromisos contraídos se deben cumplir; y el recuerdo de sucesos especiales nos puede alentar e impulsar a actuar. El libro de Deuteronomio está escrito en la forma de un tratado entre un rey y su estado vasallo típico del segundo milenio antes de Cristo. Hace un llamado a Israel para que recuerde quién es Dios y lo que Él ha hecho. Perdida la fe, la vieja generación peregrinó durante cuarenta años y murió en el desierto. Dejaron Egipto atrás, pero nunca conocieron la tierra prometida. Ahora en la ribera este del río Jordán, Moisés prepara a los hijos de aquella generación carente de fe para tomar posesión de la tierra. Después de una breve lección de historia en la que se enfatizan los grandes hechos de Dios a favor de su pueblo, Moisés repasa sobre la Ley. Luego reafirma el pacto, el contrato de Dios con su pueblo.
Las lecciones son claras. Debido a lo que Dios ha hecho, Israel debía tener esperanza y seguirlo; debido a lo que Él esperaba, ellos debían escuchar y obedecer; debido a quién era Él, debían amarlo plenamente. Aprender estas lecciones los prepararía para tomar posesión de la tierra prometida.
Mientras escucha el mensaje de Deuteronomio, recuerde cómo Dios ha expresado su bondad en su vida y luego hágase de nuevo el propósito de confiar en Él, amarlo y obedecerle.

Números- Brve Comentario

NÚMEROS

TODO padre conoce el lamento estridente de su hijo pequeño, una queja pausada y aguda que irrita el tímpano y exaspera el alma. Ese tono de voz es difícil de soportar, pero la razón verdadera de la irritación es la causa subyacente: descontento y desobediencia. Conforme los «hijos» de Israel viajaban de las faldas del monte Sinaí a la tierra de Canaán, se quejaban, chillaban y refunfuñaban a cada paso. Pensaban en sus incomodidades presentes. Se habían apartado de la fe y por ello añadieron cuarenta años extras a su viaje.
Números, que registra la trágica historia de la incredulidad de Israel, deberá servir como una lección dramática para todo el pueblo de Dios. Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Se puede y se debe confiar en Él. Además, Números nos da una ilustración clara de la paciencia de Dios. Una y otra vez detiene el juicio y preserva la nación. Pero esta paciencia no debe ser considerada un hecho. Su juicio vendrá, por ello debemos obedecer.
Al comenzar Números, la nación de Israel está acampada al pie del monte Sinaí. El pueblo ha recibido las leyes de Dios. Se ha llevado a cabo un censo para determinar el número de hombres idóneos para el servicio militar. Más tarde el pueblo fue «santificado» o apartado para Dios. Este preparaba al pueblo, tanto espiritual como físicamente, para recibir su herencia.
Pero entonces comenzaron las quejas. Primero, se quejaron por la comida. Segundo, por la autoridad de Moisés. Dios castigó a algunos pero perdonó a la nación gracias a las oraciones de Moisés. Más tarde el pueblo llegó a Cades y se enviaron espías a Canaán para determinar sus puntos fuertes. Regresaron con espantosas historias sobre gigantes. Sólo Josué y Caleb los alentaron para que se levantaran y fueran a poseer la tierra (13.30). El informe de la minoría cayó en oídos sordos y llenos del mensaje nefasto de la mayoría. Dios declaró que a causa de su incredulidad la presente generación no viviría para ver la tierra prometida. Por lo tanto comenzaron las «peregrinaciones». Durante este peregrinaje en el desierto se ve claramente un patrón continuo de quejas, obstinación, disciplina y muerte. ¡Cuánto mejor hubiera sido haber confiado en Dios y entrado en su tierra! Ahora comenzaba la larga espera: esperar a que la vieja generación muriera y esperar para ver si la nueva generación obedecía fielmente a Dios.
Números termina como comenzó, con una preparación. Esta nueva generación de israelitas era numerosa y apartada para Dios. Después de haber derrotado a numerosos ejércitos, se establecieron al lado este del río Jordán. Ahora enfrentan su más grande prueba: deben cruzar el río y poseer la hermosa tierra que Dios les había prometido.
La lección es clara. El pueblo de Dios debe confiar en Él, moverse hacia adelante con fe, si desea reclamar la promesa de la tierra.

Levitico- Breve Comentario

LEVITICO

«DIOS parece tan lejano… si tan sólo pudiera verlo o escucharlo…» ¿Se ha sentido alguna vez así, luchando con la soledad, lleno de desesperación, atacado por el pecado, agobiado por los problemas? Hechos a la imagen de Dios, fuimos creados para tener una relación íntima con Él; y cuando se rompe el compañerismo, quedamos incompletos y necesitamos restauración. La esencia de la adoración es la comunión con el Dios viviente. Es vital, pues toca el centro de nuestras vidas. Quizá por esto sea que se dedica un libro completo de la Biblia al culto de adoración. Después de la dramática salida de Israel de Egipto, la nación acampó al pie del monte Sinaí durante dos años para escuchar a Dios (Éxodo 19 a Números 10). Era un tiempo de descanso, de enseñanza, de edificación y de encontrarse con Él cara a cara. En Éxodo, la redención es el fundamento para la limpieza, la adoración y el servicio en Levítico.
El mensaje abrumador de Levítico es la santidad de Dios: «Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios» (19.2). ¿Pero cómo un pueblo impío podía acercarse a un Dios santo? La respuesta: primero había que tratar con el pecado. Por eso, los primeros capítulos de Levítico dan instrucciones detalladas para ofrecer sacrificios, que eran los símbolos activos de arrepentimiento y obediencia. Fueran toros, grano, cabras u ovejas, las ofrendas para el sacrificio tenían que ser perfectas, sin defectos o magulladuras: tipo del sacrificio último que vendría, Jesús, el Cordero de Dios. Jesús ha venido y ha abierto el camino hacia Dios como el sacrificio último al dar su vida como el sacrificio final en nuestro lugar. La verdadera adoración y la unidad con Dios comienzan cuando confesamos nuestro pecado y aceptamos a Cristo como el único que puede redimirnos del pecado y ayudarnos a acercarnos a Dios.
En Levítico, los sacrificios, los sacerdotes y el sagrado Día de la Expiación abrieron el camino para que los israelitas llegaran a Dios. El pueblo de Dios tenía que adorarlo también con sus vidas. Por eso, leemos de leyes de pureza (11–15) y reglas para la vida diaria concernientes a las responsabilidades familiares, la conducta sexual, las relaciones, la mundanalidad (18–20) y los votos (27). Estas instrucciones incluyen un caminar santo con Dios, y los patrones de vida espiritual se siguen aplicando hoy día. Por lo tanto, la adoración, tiene un aspecto horizontal; es decir, Dios es honrado por nuestras vidas al relacionarnos con los demás.
El énfasis final de Levítico es la celebración. El libro da instrucciones para las fiestas. Estas eran ocasiones especiales, regulares y comunitarias para recordar lo que Dios había hecho, para darle gracias y rededicar las vidas a su servicio (23). Nuestras tradiciones cristianas y nuestras fiestas son diferentes, pero son ingredientes necesarios de la adoración. También nosotros necesitamos días especiales de adoración y celebración con nuestros hermanos y hermanas para recordar la bondad de Dios en nuestras vidas.
Al leer Levítico, dedique su vida nuevamente a la santidad, y adore a Dios en confesión privada, en culto público y en celebración en grupo – 1 Pedro 1:13-20.

Exodo- Breve Comnetario

EXODO

LEVÁNTATE... sal... alza el vuelo. Estas palabras son buenas para aquellos que están atrapados o esclavizados. Sin embargo, algunos se resisten a la orden de marchar y prefieren el ambiente que los rodea antes que uno nuevo y desconocido. No es sencillo cambiar la seguridad y la comodidad de lo conocido por un futuro incierto. Pero, ¿qué sucedería si Dios diera la orden de mudarse? ¿Seguiríamos su guía? Éxodo describe una serie de llamados que Dios hace y las respuestas de su pueblo.
Han pasado cuatrocientos años desde que José se trasladó con su familia a Egipto. Estos descendientes de Abraham han crecido a más de dos millones de individuos. Para el nuevo Faraón de Egipto, estos hebreos eran extranjeros y su número era alarmante. Faraón decidió hacerlos esclavos para que no pudieran desequilibrar su poder. Como después se vio, este fue su mayor error, ya que Dios vino a rescatar a su pueblo.
A través de una serie de sucesos extraños, un niño hebreo llamado Moisés llega a ser príncipe en el palacio de Faraón y luego un paria en una tierra desierta. Dios visitó a Moisés en las llamas misteriosas de una zarza ardiente y, después de un poco de discusión, Moisés aceptó regresar a Egipto para sacar de la esclavitud al pueblo de Dios. Faraón fue confrontado, y por medio de una serie de plagas y de promesas hechas e incumplidas, Israel fue liberado de su dominio.
Movilizar a una gran masa de gente no era una tarea sencilla, pero salieron de Egipto, cruzando el Mar Rojo y el desierto detrás de Moisés y de la columna de fuego y de nube. A pesar de la evidencia continua del amor y del poder de Dios, la gente se quejaba y añoraba sus días en Egipto. Dios suplió sus necesidades físicas y espirituales con comida y con un lugar para la adoración, pero también juzgó su desobediencia e infidelidad. Luego en el encuentro dramático que tuvo con Moisés en el Sinaí, Dios le dictó sus leyes para vivir una vida recta. Entregó a su pueblo a través de Moisés como legislador, mandamientos, ordenanzas, estatutos y la ley.
Dios dirigió a Moisés y a la nación de Israel, y quiere guiarnos a nosotros también. ¿Acaso lo está preparando a usted, como a Moisés, para una tarea específica? Él estará con usted; obedézcalo y sígalo. ¿Está librándolo de algún enemigo o de alguna tentación? Confíe en Él y haga lo que dice. ¿Ha escuchado sus claras instrucciones morales? Lea, estudie y obedezca la Palabra de Dios. ¿Está llamándolo a una verdadera adoración? Descubra la presencia de Dios en su vida, en su hogar y en el cuerpo de creyentes reunidos. Éxodo es la historia fascinante de la guía de Dios. Lea con la determinación de seguir a Dios dondequiera que Él lo guíe.

Genesis- Breve Comentario

GENESIS

PRINCIPIAR... iniciar... comenzar... abrir... Hay algo refrescante y optimista en estas palabras, ya sea que se refieran al amanecer de un nuevo día, al nacimiento de un niño, al preludio de una sinfonía o a los primeros kilómetros de las vacaciones familiares, o al inicio de un nuevo año. Libres de problemas y llenos de promesas, todos los comienzos despiertan la esperanza y las visiones llenas de fantasía del futuro. Génesis significa «comienzos» u «origen» y revela el principio del mundo, de la historia de la humanidad, de la familia, de la civilización, de la salvación. Es la historia del propósito y el plan de Dios para su creación. Como el libro de los comienzos, Génesis establece el escenario para la Biblia entera, revela la persona y la naturaleza de Dios (Creador, Protector, Juez, Redentor); el valor y la dignidad de los seres humanos (hechos a la imagen de Dios, salvos por gracia, utilizados por Dios en el mundo); la tragedia y las consecuencias del pecado (la caída, la separación de Dios, el juicio); la promesa y la seguridad de salvación (el pacto, el perdón, el Mesías prometido).
Dios. Ahí es donde comienza Génesis. De súbito lo vemos crear el mundo en un despliegue majestuoso de poder y propósito, que culminó con un hombre y una mujer hechos a su imagen (1.26, 27). Pero muy pronto el pecado entró en el mundo y Satanás fue desenmascarado. La creación, bañada en inocencia, fue destrozada por la caída (la desobediencia voluntaria de Adán y Eva). La comunión con Dios se rompió y el mal comenzó a tejer su telaraña destructiva. En una rápida sucesión, leemos cómo Adán y Eva fueron expulsados del hermoso huerto, cómo su primer hijo se convirtió en asesino y cómo el mal engendró mal en un mortal crecimiento, hasta que Dios finalmente destruyó a todos los seres de la tierra excepto a una pequeña familia encabezada por Noé, la única persona fiel que quedaba. Conforme nos acercamos a Abraham en las praderas de Canaán descubrimos el comienzo del pueblo del pacto de Dios y los vastos alcances de su plan de salvación: la salvación viene por medio de la fe, los descendientes de Abraham serán el pueblo de Dios y el Salvador del mundo saldrá de entre esta nación escogida. Las historias de Isaac, Jacob y José que vienen a continuación son algo más que biografías interesantes. Ponen énfasis en las promesas de Dios y son la prueba de que Él es fiel. La gente que encontramos en Génesis es gente común y corriente, y aún así Dios hizo grandes cosas por medio de ellos. Hay ejemplos vívidos de cómo Dios puede y ha utilizado toda clase de personas para lograr sus buenos propósitos... incluso gente como usted y como yo. Lea Génesis y anímese. ¡Sí hay esperanza! No importa cuán oscura pueda parecer la situación del mundo, ni las circunstancias que este pasando en este momento personal o familiar, Dios tiene un plan. No importa cuán insignificante o inútil se sienta usted, Dios lo ama y quiere utilizarlo en su plan. No importa cuánto haya pecado o cuán separado se encuentre de Dios, la salvación está al alcance de la mano. Lea Génesis... ¡y mantenga la esperanza! dando inicio a la lectura y estudio de la Biblia en un año.